miércoles, 28 de diciembre de 2016

En busca de la zarzuela perdida

"Tomás Barrera. La zarzuela de la desmemoria" 
(Octavio J. Peidró)


Si a una buena parte de los aficionados a la zarzuela se les sacara a relucir el nombre de Tomás Barrera, es muy probable que una gran mayoría no sabría identificar de quién se está hablando. Si se les añadiera como información que se trata del autor (en colaboración con Rafael Calleja) de la famosa romanza “Adiós Granada” (perteneciente al cuadro lírico en dos actos, “Emigrantes”) a buen seguro que ya serían más los aficionados que pudieran ir atando cabos, pero aún así estamos ante la figura de uno de los autores zarzuelísticos más olvidados, o de aquéllos tan sólo recordados por un fragmento (otro caso parecido podría ser el de Agustín Pérez Soriano, compositor de “El Guitarrico” y de su famosísima jota). Por todo ello, el título de este libro, “Tomás Barrera. La zarzuela de la desmemoria”, resulta atinadísimo, porque recoge en la figura del compositor manchego el ejemplo de una pléyade de músicos que ofrecieron los mejor de su quehacer en el desarrollo del género lírico español, pero que, con el transcurrir del tiempo, han ido desapareciendo entre las brumas de la historia.

El autor del acto de reparación y justicia que supone este libro es Octavio J. Peidró, Doctor en Musicología por la Universidad de Castilla-La Mancha, la tierra que vio nacer a Tomás Barrera, y por la que tanto se ocupó y preocupó el compositor (a pesar de haber salido muy joven de sus lares) en aquellos tiempos de singular desidia política y social. La base del libro es la tesis doctoral presentada por Peidró en 2015, aunque sometida a una labor de poda y síntesis, como señala el propio autor, en el intento de restar tecnicismo y densidad al libro, para que pueda ser disfrutado por toda clase de aficionados. Quizás sea éste uno de los elementos que más lastren el resultado final: la parte dedicada al análisis musical de la obra de Barrera se antoja demasiado breve y concisa, y deja al lector con ganas de mucho más.

El libro se divide en tres grandes apartados: un primer capítulo donde se analiza la realidad histórica, social y cultural que le tocó vivir al compositor, tanto a nivel general de España, como circunscrito a la región manchega y a la provincia de Ciudad Real (Barrera nació en La Solana), así como al desarrollo de la música española en el mismo período; un segundo apartado donde el autor narra las vicisitudes biográficas de Tomás Barrera, y finalmente un último capítulo, (y más breve, como ya se ha apuntado), con el estudio musicológico de algunas de sus partituras. Es en los dos últimos apartados (biografía y análisis musical) donde Peidró ha debido realizar un trabajo más esforzado y de mayor enjundia, puesto que el material de partida o bien era escaso o bien estaba repleto de lagunas y de carencias. En estos casos es donde se deja entrever con claridad la fe y el entusiasmo que el autor ha puesto en su labor, dando como resultado algunos descubrimientos de capital importancia para valorar la figura de Barrera. Por ejemplo, todo lo relacionado con los hijos del compositor, de los que apenas había datos fehacientes, y donde ha debido ir atando cabos para llegar a algunas conclusiones; o el exhaustivo trabajo en hemerotecas y archivos para cuadrar fechas de estrenos de muchas obras, o intuir el paradero de algunos títulos; y yendo un paso más allá, Peidró ha conseguido incluso localizar la partitura de una obra de Barrera que no aparecía siquiera recogida en los catálogos del compositor, cuyo título es “Mosaico Sinfónico”, y que, precisamente, es una de las pocas obras no teatrales del maestro.

Como ya se ha comentado, la parte dedicada al análisis musical es demasiado somera, mientras que, por contra, hay circunstancias vitales del compositor donde Peidró quizás se muestra en exceso minucioso y pormenorizado, ralentizando el ágil discurrir del relato, como puede ser todo el asunto relacionado con el seudónimo de Eladio Montero, o el litigio mantenido por Barrera y Rafael Calleja contra Pablo Cases, a propósito de los derechos de reproducción de la obra que los tres escribieron en colaboración: “Emigrantes”, cuyas famosas "granadinas" han sido cantadas y grabadas por multitud de tenores, desde los históricos Schipa o Fleta, pasando por Kraus o Domingo, y terminando en el riguroso presente con Flórez. En cualquier caso, y más allá de estas pequeñas objeciones, estamos ante una obra necesaria, por reivindicadora, y que sobre todo atrae por la pasión y el entusiasmo que se nota que Peidró ha puesto en su labor.

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