Antecedentes madrileños y curiosidades
El próximo día 22 de septiembre se levanta el
telón de la temporada 2015-2016 del Teatro Real, la primera (se supone)
elaborada casi íntegramente por obra y gracia del señor Matabosch. El título
elegido debería de constituir todo un acontecimiento: Roberto Devereux, de
Donizetti. Una de las obras maestras fundamentales del compositor de Bérgamo,
pero que en Madrid apenas se ha podido escuchar, y mucho menos ver. Como la
ocasión lo merece, vamos a detenernos un poco en la obra durante las próximas
semanas, hasta la llegada del esperado comienzo de la temporada.
Por si fueran pocos los alicientes que
presenta la obra, el reparto elegido es, a priori, de los más solventes, tal y
como anda el mundo canoro. En el primer reparto, Mariella Devia, la diva
indiscutible desde hace ya unas décadas del repertorio belcantista, y a su lado
Gregory Kunde, un cantante, a día de hoy, todo-terreno, pero cuya base y sostén
ha sido siempre el belcanto. Es probable que sus acercamientos a repertorios
más pesados puedan pasarle factura a la hora de hacer frente a este tipo de
canto que pide la máxima flexibilidad y ligereza para contornear y delinear las
melodías, pero al menos conoce el estilo y sabe cantar. En el segundo reparto,
se alternarán Maria Pia Piscitelli e Ismael Jordi, una pareja que puede deparar
sorpresas agradables, más por parte de él que de ella, todo sea dicho. Y en el resto de protagonistas, Tro y Simeoni (como
Sara), y Kwiecien y Ódena (como Nottingham), todos ellos, al menos, cantantes
solventes. También lo es la batuta principal (hay otras funciones dirigidas por
Andriy Yurkevich) de Bruno Campanella, un director, en general, de magnífica
trayectoria en repertorio belcantista (yo sigo guardando en el recuerdo sus
soberbios Capuletos, de Ginebra, a principio de los noventa, con Gasdia y
Dupuy, versión de absoluta referencia en lo que hace a ese gran título
belliniano). Veremos lo que da de sí todo ello, y por aquí comentaremos las
mejores jugadas.
Pero hagamos historia de la relación del
Devereux con Madrid. Hasta estas venideras funciones, y aunque pueda parecer
asombroso, la obra sólo ha visitado la capital de España en tres ocasiones
anteriores. La más reciente, hace sólo dos años y medio (en marzo de 2013, en
concreto) en el mismo Teatro Real, pero en versión de concierto, con un reparto
encabezado por la señora Gruberova junto a Bros, Ganassi y Stoyanov. Unas
funciones que sólo fueron aptas para incondicionales de la diva eslovaca. Y antes de esa
ocasión, unas representaciones en el Teatro de la Zarzuela (dentro del VII
Festival operístico organizado por los Amigos de la Ópera de Madrid) en abril
de 1970, de nuevo con un reparto organizado en torno a una gran diva, en este
caso Montserrat Caballé, circundada por su esposo, Bernabé Martí, Vicente
Sardinero e Isabel Rivas, como Sara. Y desde ahí, tendríamos ya que saltar un
siglo atrás, hasta la temporada 1859-1860 del viejo Teatro Real, para asistir
al estreno de la obra en Madrid, concretamente el 5 de marzo de 1860, con una
pareja (también lo eran en la vida real) de ensueño: Giulia Grisi y el tenor
Mario de Candia. Completaban el cuarteto protagonista, la también soprano Delfina
Calderón y el barítono Davide Squarcia.
Ésa de 1859-1860 fue la temporada del debut
en el Real de la pareja Grisi-Mario, aunque con desigual suerte. Al parecer, la
soprano se encontraba ya en una evidente decadencia, y el público de la época,
que era poco dado a los eufemismos, se lo hizo saber con claridad. La pareja se
encargó de inaugurar la temporada con Norma, y el escándalo en contra de Grisi
fue mayúsculo. El crítico musical Carmena y Millán, en su libro Crónica de la ópera italiana en
Madrid, lo cuenta así: “La Grissi [sic], eminente artista que por primera vez se
presentaba al público de Madrid ya en el ocaso de su brillante carrera, en una
ópera tan fuerte y de tanto trabajo como NORMA, no pudo salir airosa a pesar de
su gran talento, y desde muy al principio fue objeto de inconsideradas
manifestaciones de desagrado que duraron tanto como la representación. Preciso
es confesar que en el estado de facultades de la señora Grissi [sic], fue una
temeridad el abordar la protagonista de la obra inmortal de Bellini”. A lo
largo de la temporada cantaría tres títulos más: Lucrezia Borgia, Ugonotti y el
Devereux que nos atañe. En las dos últimas consiguió salir a flote, pero en la
Borgia también naufragó considerablemente. El balance no fue nada
satisfactorio, y de hecho la Grisi no volvió nunca más a cantar en el Real.
Todo lo contrario que su pareja, el aristocrático tenor (pertenecía a una familia de la nobleza italiana) Mario de Candia, quien
triunfó de manera apoteósica en todos los títulos que cantó (Trovatore,
Barbiere, Ugonotti y Rigoletto, además de Roberto Devereux), enamorando por completo
al público del Real, donde volvería en sucesivas temporadas, convirtiéndose en
uno de los ídolos de la afición madrileña.
Apuntar como curiosidad en torno a estas diversas funciones históricas de Roberto
Devereux, que sus pocas apariciones sobre los escenarios madrileños tampoco han
sido recibidas por grandes alborozos en lo que a sus calidades musicales se
refiere. Ya en el momento de su estreno en el Real, la obra no gustó demasiado
(de ahí probablemente que no volviera a ser representada) y se consideró de un
nivel inferior a otros títulos donizettianos. Tampoco en su reposición en 1970
se prodigaron a la obra muchos elogios. En concreto, Antonio Fernández-Cid (un
tipo siempre curioso en sus apreciaciones) en su crítica de la representación
(ABC, 18-IV-1970), comentaba que la elección del título sólo valía la pena por
escuchar a Montserrat Caballé, porque “Roberto Devereux no compensa, como otras
óperas, con la fuerza de su melodismo, con el atractivo de sus temas y la
grandeza de algunos períodos, todo el fárrago, el desinterés global de unos
pentagramas fruto del oficio, que no del arte”. Esperemos que esta tercera vez
en que la obra va a ser representada, sea por fin la vencida.
Como aperitivo musical de estos comentarios,
vamos a proponer algunas curiosidades. Ya habrá tiempo de escuchar lo más
habitual. Por ejemplo, vamos a hacer mención al origen del libreto de Salvatore
Cammarano, quien se basó para la ocasión en una ópera anterior de Felice
Romani, titulada Il Conte di Essex, a la que había puesto música Saverio
Mercadante, y que había sido estrenada en La Scala, en 1833. Como curiosidad
comparativa, se propone el aria de la Duquesa de Nottingham en el acto tercero,
“Ciel, perdona un cor spezzato”, que el personaje canta justo antes de que
venga su esposo a pedirle cuentas, cuando es consciente del dilema en el que se
encuentra, ya que, a través del anillo que tiene en su poder, puede salvar la
vida de su amado Leicester, pero a costa de poner en evidencia su traición
conyugal. Canta Montserrat Caballé, ya en horas muy bajas, en una grabación
tomada durante un recital en el Liceo, en el año 2004.
Aria de la ópera de Mercadante Il conte di Essex
Y aquí otra rareza: un aria para el personaje
de Nottingham, pero en francés. No están claras las fuentes, pero parece ser
que debió haber una versión de la obra en la lengua de Moliere, para la cual
Donizetti añadió un aria nueva (se supone que para ser cantada al comienzo del tercer acto) para Paul Barroilhet, barítono francés muy
apreciado por el compositor y que había estrenado la obra en Nápoles. Existe
una partitura de la obra, publicada en París en torno a 1841 que contiene, como
apéndice, esta cavatina titulada “Je t’aime encore”. Consta de una introducción
orquestal, un recitativo y una romanza larghetto. No tiene cabaletta. Fue
cantada por primera vez por Barroilhet en una producción en el Grand Theatre de
Lyon. Lo que se puede escuchar en el siguiente corte no es exactamente esta aria sino una
re-composición del fragmento, elaborada por el musicólogo Will Crutchfield para
ser incorporada a otra obra de Donizetti, titulada Elizabeth ou la fille de
l’exilé. Para no liar el asunto, porque la historia sería larga, resumo: la
música es la de la cavatina francesa del Devereux, pero el texto es otro. Para
lo que nos interesa, que es escuchar la música de esa aria desconocida del Devereux francés,
nos vale pefectamente.
Aria para Barroilhet, de la versión francesa de Roberto Devereux
Y para finalizar, otra rareza... ma non troppo. Se
trata del aria de salida de Sara, al principio de la obra, en la revisión que
hizo Donizetti para las representaciones en el Theatre-Italien, de París, en
1838, un año después del estreno napolitano. Para la ocasión, Donizetti contó
para el personaje de Sara con una contralto (Emma Albertazzi), en lugar de la
soprano (o mezzo aguda) que lo había estrenado en Nápoles (Almerinda Granchi).
El compositor aprovechó la ocasión para cambiar el aria a una tonalidad más grave y en modo menor, otorgando así al personaje en ese momento una expresividad más lacerante
y lastimera. Se ofrece la versión de Margreta Elkins, tomada de un recital de
rarezas donizettianas grabadas para Opera Rara.
Versión para contralto del aria de Sara
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