martes, 15 de septiembre de 2015

Jonas Kaufmann (The Puccini album) (SONY - 2015)

Ingeniería alemana: una de cal y otra de arena

Nuevo y esperadísimo disco de la “megaestrella” tenoril del presente: Jonas Kaufmann. Si hace unos pocos años, y coincidiendo con el centenario verdiano, el tenor había dedicado un disco exclusivo al compositor de Busetto, ahora hace lo mismo con el otro operista italiano, ídolo del gran público: Giacomo Puccini. Una grabación que, además, ha tenido su punto de polémica servido por las luchas comerciales entre las grandes multinacionales discográficas. El señor Kaufmann es artista exclusivo de SONY (compañía que edita el disco) pero perteneció en el pasado a DECCA, y ésta ha aprovechado hace unas semanas para sacar una recopilación de las grabaciones puccinianas del tenor que tenía en sus archivos. Una pillería, que el propio Kaufmann, a través de las redes sociales, ha tratado de remediar, pidiendo a sus admiradores que no cayeran en la trampa de comprar el “frankenstein” de DECCA sino la novísima y exclusiva grabación de SONY.

Como siempre ocurre con el tenor alemán, en el disco hay de todo: bueno, malo y regular. La arbitrariedad técnica del cantante, con unos rudimentos no del todo bien asentados ni asimilados, dan la sensación al oyente de que los resultados tienen casi siempre algo de aleatorio y de azaroso. Tampoco ayuda la agenda archi-repleta del tenor, quien, siguiendo la estela dominguiana, se ve condicionado por múltiples circunstancias a la hora de presentarse ante el público: unas veces la voz refulge de manera insultante, otras suena sofocada y fatigada, y las menos el cantante aparece ausente y neutro. Afortunadamente, esto último sucede en contadas situaciones, puesto que uno de los puntos fuertes de Kaufmann es la fantasía como intérprete y su entrega apasionada que, en muchos casos, suplen (e incluso hacen olvidar) las precariedades técnicas.

Este disco es un nuevo ejemplo de ese estilo deslavazado de canto, que parece carecer de unas coordenadas fijas que permitan una regularidad y una coherencia en la resolución de los problemas. Ni siquiera la sala de grabación, que se supone que es un lugar que hace posible una mayor serenidad y concentración a la hora de cantar, sirven al tenor para resolver sus dudas. Vayamos a lo concreto: la zona de paso, que casi nunca está ortodoxamente cubierta y solucionada, a veces parece resonar con cierta compostura, pero en otros los sonidos dejan mucho que desear, como ocurre en las subidas por grados hasta el Sib3 del dúo de Manon Lescaut, llenas de tiranteces y tensiones, en frases como “Tu non sai le giornate che buie”, o también “piú non posso lottar”. Algo parecido sucede con los sonidos feos, abiertos y temblones del Fa3 de “sempre la stessa” en el aria “Ah, Manon mi tradisce”, o el Fa#3 (una nota larga de duración) en la frase “sempre sognar”, al principio de “O soave fanciulla”.

Semejantes desigualdades resolutivas se pueden observar en los ascensos al agudo. A lo largo del disco se escuchan notas timbradísimas, “squillantes” y llenas de expansión (bueno el La3 de “nessun strappar” en “Non, pazzo son”;  los varios Sib3 del aria de Le Villi; aceptable el Si3 de “Nessun dorma”), junto a otras desgarbadas, sucias y de escasa pegada, como el Si3 del final de “Non, pazzo son” sobre la interjección “ah”, emitido abierto, y de forma muy poco depurada. El aria de Madama Butterfly es un ejemplo perfecto que recoge en menos de dos minutos esa desigualdad de criterio y esa sensación de arbitrariedad técnica sobre una misma nota, en este caso el Lab3. Comienza con un precioso ataque de toda la primera frase (sonidos redondos, mórbidos, muy bien ligados) que culmina con un Lab3 estupendo, cálido y lleno de mordiente en “d’amor”. Tiene un pase el siguiente ataque en “tuo squallor”, ya que es una nota que hay que dar de refilón, sin mantenerla. Aceptable, pero menos conseguido el penúltimo Lab3, de nuevo sobre “squallor”, y definitivamente feo y sucio el último sobre la exclamación “ah”. Como en botica, hay de todo y por su orden.

Algunos fragmentos del disco ofrecidos por SONY

En el aspecto expresivo sucede algo parecido con la indefinición a la hora de optar por el vulgar falsete o por recoger los sonidos de manera adecuada y consistente. En el aria de Edgar, el ataque de “O soave vision”, que Puccini pide piano, Kaufmann lo ataca en falsete, aceptable y musical, pero falsete al fin y al cabo. Y no acaba de encontrarle el punto a todas la primeras frases que pierden consistencia por la falta de sonidos apoyados y canónicos. Caso parecido, y en el que vuelve a quedarse el oyente un poco con la miel en los labios, sucede en el aria “Or son sei mesi”, de La fanciulla del West. En la frase “ma un giorno v’ho incontrata”, que ataca a media voz, sería deseable un sonido mejor compuesto y asentado, pero no cabe duda de que la frase tiene calidez y emoción. En cambio, Kaufmann suele ser bastante atento con los reguladores, como demuestra en una frase estupenda ("Minnie, della mia vita mio solo fiore") del aria “Ch’ella mi creda” , dicha con un fraseo ondulante (como prescribe Puccini) que otorga gran sentimiento al canto. Aún así, lo mejor aparece en el aria de Le Villi, uno de los fragmentos más logrados de todo el disco. La frase inicial ("Ecco la casa... Dio, che orrenda notte!") que Puccini marca “a piacere”, demuestra la fantasía interpretativa de Kaufmann. La primera frase está dicha con voz sofocada y misteriosa, en la palabra “Dio” apiana con buen estilo, y resuelve la frase en mezzoforte de manera muy expresiva. Intenta ser mórbido (y por momentos lo consigue) sobre la difícil tesitura de “Torna ai felici di”, y sobre todo en “fioria per me l’amor”, donde incluye una bella smorzatura.

A destacar también en el lado positivo de Kaufmann, la buena dosificación del fiato que le permite hacer honor a las amplias frases puccinianas, de gran aliento y expansión melódica. Junto al aria de Le Villi ya comentada, el otro gran momento del disco es el “Non piangere, Liú”, de Turandot. Desde el principio, es precioso todo el ataque de las primeras frases a través de un sonido sedoso y perfumadísimo (extraordinario en este sentido la enorme ayuda que le proporciona el exquisito acompañamiento de Pappano) rematado con un ritardando (pedido por Puccini) y recogiendo la voz, con mucha musicalidad, en “dolce mia fanciulla”. La tesitura de la página, en una zona cómoda y central, la aprovecha de maravillas Kaufmann para desplegar toda la belleza y carnosidad de su instrumento, que en toda esa franja tiene un atractivo irresistible.

Making of del disco

Menos interesante es el “Nessun dorma”, que para ser el aria que da título al disco quizás cabía esperar una interpretación algo más elaborada. Queda una versión correcta pero sin especial gancho. Tampoco se encuentra entre lo más conseguido el dúo de Boheme, por falta de luminosidad y frescura en el timbre, que el cantante no se molesta en variar para darle unas sonoridades más afectuosas y juveniles. No se entiende el ataque de la primera frase con un sonido tan recio y cupo, ni por lógica del momento dramático ni porque Puccini pide piano y dolcissimo. Y definitivamente prescindible el aria de Gianni Schicchi, donde Kaufmann está muy incómodo por falta de flexibilidad, cintura y gracia para sortear la espinosa tesitura.


En un par de dúos (Boheme y Manon Lescaut) acompaña al tenor alemán, la soprano letona Kristine Opolais, que ofrece un concurso de muy escaso interés. Voz hueca y abombada en centro y graves, y deshilachada y gritona por el sector agudo. Por contra, extraordinaria la labor de Antonio Pappano al mando de su orquesta y coro romanos de Santa Cecilia. Bellísimas las sonoridades, las atmósferas y los acompañamientos que dispensa al cantante. De nivelazo el envoltorio que ofrece en el aria de Le Villi, la estupenda introducción al aria de Edgar, la voluptuosidad orquestal en Manon Lescaut, y sobre todo, el entorno mágico y flotante con que envuelve el “Non piangere Liú”, la gran joya del disco.

2 comentarios:

  1. Completísima exposición que consigue que escuchemos mentalmente lo descrito en palabras. Lo que se dice una crítica de verdad. Escucharé los fragmentos recomendados y los más vapuleados teniendo en cuenta los comentarios. Gracias.

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